Una mujer se salva de ir a Wuhan gracias a que su perro destruye su pasaporte mordiéndolo, justo antes de estallar la epidemia de coronavirus.
No hay mal que por bien no venga, podría ser el título de esta noticia. Y es que por muy mal que nos vayan las cosas, a veces no somos conscientes de que probablemente todo tenga un por qué. Esto es lo que debió pensar una mujer taiwanesa que había preparado su pasaporte para viajar a Wuhan de vacaciones hace pocas semanas, el 13 de enero. Al llegar a casa, descubrió que su perro lo había destruido por completo, mordiéndolo y haciendo añicos todas sus hojas. Adiós al viaje, tendría que acudir a la comisaría de policía a renovárselo y de momento, perder el dinero del vuelo y sus ansiadas vacaciones.
Todo por culpa de Kim, su travieso golden retriever, que la miraba desde su cama con cara de no haber roto un plato en su vida. La mujer, disgustada subió a facebook la siguiente foto de su perro y su pasaporte (o más bien, lo que quedaba de él) con el siguiente texto: «Encontré esta escena al llegar a casa. ¿Alguien me lo puede explicar?».
Pero curiosamente, días después la misma mujer publicó esta actualización en facebook: «¿Os acordáis de mi pasaporte? Pensadlo con detenimiento, este pequeño en realidad me salvó. Después de que mi pasaporte fuera destruido, en el sitio al que yo debía viajar, Wuhan, estalló una epidemia de coronavirus. Pensarlo ahora es muy emotivo para mi, me alegro de que tú Kim impidieses mi vuelo».
Y su agradecimiento no es para menos, ya que desde que se desató la epidemia ya han muerto al menos 170 personas de coronavirus y otras 7.900 han sido infectadas. Por ahora, se han detectado casos en China, Japón, Singapur, Reino Unido y Estados Unidos, en una situación que el propio presidente chino ha calificado de grave.
Licenciado en Marketing y Gestion Comercial. Desde hace mas de 5 años me dedico a la generación de contenido de animales y mascotas. Soy un apasionado del mundo animal , siendo los roederes mi autentica pasión. Tengo hamsters, un hurón y recientemente uní a mi familia una cobaya adoptada.